viernes, 15 de octubre de 2021

Lección 16,Primer Grado, Primera Orden

 Primer Grado Primera Orden "Celador":

"Esta es una Historia de piratas, cascarones vacíos y de experiencia personal"


Antes de comenzar esta larga; pero concisa exposición, os tengo que decir que me siento feliz y liberado de cualquier tipo de carga. Ya no me preocupa que haya ojos avizores que ladinamente, como aquellos marcianos de la Guerra de los Mundos, me observaban detrás del cogote.


A principios de los noventa me encontraba navegando por los procelosos mares de rosicrucianismo, siendo miembro de la Orden Rosacruz AMORC; pero mira tú por donde, el que fuera maestro de la Logia de Madrid, Pirata él muy sofisticado, me propuso que le siguiese en un nuevo barco que había botado recientemente y así lo hice. Abandoné mi trabajo en la Orden para seguirle por mares bravíos y hacia no se sabía bien donde, ¿a ninguna parte? No, dado que a pesar de que el navío embarrancó, me dejó cercano a la ciudadela de la Masonería Regular.


Allí estuve laborando durante unos pocos años hasta que, como suele ser habitual en las ciudadelas masónicas, se formó un gran revuelo interno, peleas intestinas por mantener o conseguir el Poder dentro de la Orden, y tuve que abandonar la Ciudad, con gran pesar, dejando incluso, allí, mis credenciales de haber alcanzado el Grado del Arco Real de Jerusalén, retornando a mi formación profana durante largos años.


Durante mi permanencia en la Ciudadela y mi estancia en las áridas tierras profanas jamás me abandonó el espíritu rosacruz y llegó un instante, en que habiendo perdido parte de la memoria de lo allí sucedido, me dirigí hacia otra de las ciudades masónicas y donde muy amablemente me abrieron fraternalmente sus puertas.


En sus cálidas estancias permanecí hasta hace breves instantes, cuando mi intuición Rosacruz emergió de nuevo y me impulsó a retomar aquel lejano trabajo que abandoné atraído por las supuestas riquezas espirituales que, el pirata del que hablaba, me había hecho presuponer.


Esta intuición surgió ayer mismo, cuando por un largo proceso, en parte ajeno a mi voluntad, se destapó el corcho de la botella de cava y su contenido espumoso explotó haciéndome ver, en la fracción de un instante, que debía de retornar a aquel hogar que fuera abandonado en los años noventa.


En esta última ciudadela masónica encontré grandes personas, tanto hombres como mujeres, con un gran corazón y grandes ansias de búsqueda de la verdad y en muchos de los casos, también, de un crecimiento espiritual; pero lamentablemente allí me esperaba mi némesis, reencarnada en personajes que solo buscan notoriedad y fama intentando dar el salto hacia lugares de mayor poder y que les permitiera conseguir cierta influencia en el árido mundo profano.


Uno de esos personajes no era otro que un limpiabotas crecido que solía dar lustre al calzado de un anciano con bastante poder en la Ciudad. Aprovechándose de una de mis pocas virtudes, la inocencia, se acercó a mí con la intención de conseguir mi amistad. Cosa que lamentablemente así fue mediante sus parabienes, palabras melosas y lisonjas.


En realidad no me había percatado de que solo se trataba de un mero espía que intentaría sonsacarme todo lo posible para alimentar los oídos de su Señor.


Por aquella época se me había propuesto dar el salto a la vía de los altos grados, cosa que para mí resultó ser una gran ilusión, al principio; pero una terrible frustración al final, dado que yo siempre sentí que los grados se deben conseguir de forma interna, cuando nuestro Ser Interno, nos indica que los merecemos y no cuando alguien, supuestamente superior a ti, en este caso tan solo en la Jerarquía visible, decide que te encuentras preparado para dar el salto.


Por esa misma época algunos queridos hermanos me propusieron, dada mi trayectoria rosicruciana, que preparara una suerte de discurso o conferencia de la relación existente entre la Masonería y la Rosacruz. Es curioso que, en aquel entonces, yo ya había dado por superada mi trayectoria rosicruciana; pero este trabajo encomendado me volvió a sumergir en las cálidas y suaves arenas de mi, ya, lejano y añorado Hogar.


Vista la cálida acogida de aquella conferencia que fue simultánea a la publicación de mi Libro: "Rosacruz Luces y Sombras", se me propuso dar el salto hacia grados más elevados con el fin de alcanzar el meritorio Grado de Rosacruz y donde yo podría trabajar, con gran empeño y rigor, todo lo relacionado con el grado; pero si yo tenía un grado masónico poco elevado ¿cómo podía ser aquello?


Como dije en un párrafo anterior, dentro de la Ciudadela masónica, conocida como Regular, en la que anteriormente había trabajado, yo había sido iniciado en el Arco Real de Jerusalén; pero en la huida del terremoto que la asediaba, había abandonado mis credenciales; pero aun así, mis amados hermanos, creyeron en mi palabra e intentaron allanar el camino hacia tan ansiado destino y que para mí, lo he dicho en muchas ocasiones e insisto ahora, era el final del Camino. Para mí la esencia de la verdadera masonería está en la Rosacruz.


Visto esto, aprovechándose de mi ingenuidad, el limpiabotas de su Anciano Señor, cargado de pura envidia, calentó los oídos de su protector con que le había dicho, así fue, que sería iniciado tal día en un determinado Grado, que aquí no expondré; pero que me dejaba el Grado Rosacruz a un solo paso. Evidentemente yo debería haber frenado mi excesiva elocuencia; pero dada la sincera amistad que yo creía, en aquel entonces, nos unía no tuve inconveniente en confesarle aquel futurible hecho.


El caso es que esa Iniciación estaba prevista desde el mes de Junio de 2015 para haberse realizado en el mes de octubre del mismo año; pero curiosamente fue cancelada pocos días antes sin previo aviso por el gran Señor al que el limpiabotas servía.


Después, hace bien poco, sucedieron una serie de lamentables hechos que no vienen a cuento; pero que los muy allegados a mí bien conocen  y que provocó que, basándose en una equivocación mía, este individuo me perdiera totalmente el respeto y, como gato panza arriba, intentó defenderse de mí, aireando a diestro y siniestro, dentro de la ciudadela masónica, aquella lamentable equivocación como si de un delito imperdonable se tratara.


Bien eso y sus posteriores actitudes, antimasónicas, hacia mí provocó que ese tapón del corcho que cubría la botella de cava explosionara y dejara salir a la luz mi verdadero objetivo en la Vida, esa intuición de seguir el camino Rosacruz; es decir volver a casa. Ese mismo día solicité la Baja, sin vuelta posible, a esa Ciudadela o cualquier otra ciudadela masónica, para mí se trata de un episodio terminado, y solicité mi vuelta al hogar que otrora abandonara por seguir a un conocido Pirata.


Atrás he dejado a todos los hermanos; pero me consta que no a todos, como amigos, los habré perdido.


Colorín colorado, este cuento se ha acabado.


El que tenga ojos para ver vea, y quien tenga entendimiento entienda.


Aalba Pensator Minister, Frater R+C